Capítulo 22
De todos los seres vivos que he conocido, Federico es el primero
Luis Buñuel
El
texto que vamos a analizar es un poema de Federico García Lorca, poeta
perteneciente a la llamada Generación del 27. Los poetas del 27 no manifiestan
una serie de rasgos generales constantes bajo los que agrupar toda su obra, más
bien, debido al amplio número de fuentes y de contactos que mantienen,
evolucionan de una lírica más vanguardista hasta una poesía de tono social.
La
obra poética de Lorca es extensa, como también lo es su obra dramática. En este
caso, vamos a analizar un poema perteneciente a Poeta en Nueva York (1929), poemario que puede inscribirse, pese a
la negativa del autor, en el Surrealismo. En
Poeta en Nueva York, Lorca se encuentra ante un
mundo deshumanizado, con grandes diferencias sociales y con seres alienados.
Por
lo que respecta al contenido, el poema trata sobre la imposibilidad de la
felicidad en una ciudad como Nueva York.
El origen de esta desesperanza parece
residir en el ambiente deshumanizado que contempla el poeta, donde se ignora la
fe y el amor. La
intención de Lorca es denunciar este ambiente.
La estructura es lineal, Lorca va uniendo temas sobre Nueva York sin más ánimo que narrar lo que ve en la ciudad.
Al
tratarse de un texto lírico, la disposición de los versos juega un papel
importante en el análisis del mismo. En primer lugar, las dos primeras estrofas
del poema presentan una métrica irregular y carencia de rima, propio de una
métrica moderna; el versolibrismo. A partir de la estrofa tercera, Lorca emplea versos alejandrinos, sin rima.
La modalidad textual dominante en la narrativa, con un nivel de lengua culto en el que domina la función representativa, pues el autor se refiere al mundo exterior sin participar de él y la función poética por la intención de embellecer.
En cuanto a la sintaxis, cabe señalar la
presencia de oraciones complejas donde predomina el empleo de sustantivos
concretos (“columnas”) y abstractos (“esperanza”). Asimismo, la adjetivación es rica y de
carácter feísta: “negras palomas”, “aguas podridas”.
El poema está construido a través de imágenes que se crean gracias, fundamentalmente, a dos recursos: la metáfora y el símbolo. Metáforas visionarias propias del surrealismo, sin relación objetiva con la realidad (“cuatro columnas de cieno y un huracán de palomas negras”, “reto de ciencia sin raíces”, “naufragio de sangre”). Además de repetir que todo el poema es una suma de símbolos, destacamos otras figuras literarias como epítetos (“inmensas escaleras”, “abandonados niños”) y una enumeración
(“al cieno de número y leyes, a los juegos sin arte, a sudores sin fruto”), la personificación (“La aurora de Nueva
York gime”, “las monedas […] taladran y devoran”) y la
comparación (“como recién salidas de un naufragio de sangre”).
El empleo de figuras literarias, el lenguaje connotativo feísta y la percepción personal del poeta sobre la ciudad de Nueva York nos llevan a concluir que el tono del poema es claramente subjetivo.
Todo el poema presenta una unidad de sentido completa, en torno a un tema en concreto, además, todos los elementos gramaticales y sintácticos fomentan la coherencia y cohesión del texto. El empleo de palabras con connotaciones
negativas: “podridas”, “angustia”, “no”, “furiosos”, “devoran”, “naufragio”,
“sangre” es el elemento que más cohesiona y da coherencia al texto.
En conclusión, Aurora muestra un Lorca surrealista, que describe la ciudad como "geometría y angustia" y percibe "la esclavitud del hombre y máquina juntas". El lector no debe entrar en esta poesía desde
una perspectiva lógica o emocional, sino que debe dejarse envolver por el complejo
entramado de la sugerencia y participar con el poeta en el proceso creador del
poema.
La evolución del Modernismo en España viene dada a partir de la poesía de Juan Ramón Jiménez, el punto de referencia de toda la poesía del siglo XX. Su caso fue el de un hombre dedicado por entero a la poesía, a la que consagró su vida, razón de que su tema obsesivo sea la propia naturaleza de la creación poética. Para él la poesía era la razón de su existencia; "yo tengo escondida en mi casa, por su gusto o por el mío, a la Poesía. Y nuestra relación es la de dos enamorados"
La belleza se expresaba en el poema por medio de palabras, palabras que pertenecían a él como poeta y que por tanto escribía con una ortografía especial que se alejaba de las reglas ortográficas: la palabra, para él, era "májica", "escelsa" y del "istante".
La voz poética viaja, a lo largo de estos versos, a través de las fases de su poesía desde la la poesía que viene vestida de inocencia, poesía sencilla por lo intimista, por lo esencialmente subjetiva, al modo de Bécquer; luego se fue vistiendo de ropajes al estilo de Rubén, para ir desnudándose de adornos innecesarios, de la belleza externa de la sonoridad de las palabras, para reconcentrarse sobre ella misma en busca de una sencillez elemental pero perfecta.
Por lo tanto, son tres los apartados temáticos, como fueron tres sus fases literarias y, se corresponden con los vv. 1-3, vv 4-9 y vv 10-16. Los dos últimos concentran este deseo de posesión de Juan Ramón, poesía, mía para siempre.
El poema consta de dieciocho versos, predominantemente heptasílabos, pero también aparecen versos endecasílabos, de verso libre.
La modalidad textual mezcla la descripción y la narración; el poeta cuenta su evolución poética y describe como se ha ido vistiendo y desvistiendo la poesía para alcanzar la desnudez final.
El poema se nutre de sustantivos, adjetivos y verbos por igual, no hay ningún elemento que destaque más que el otro, aun así, la presencia de los verbos no dan sensación de acción. Los tiempos verbales son en tiempo pasado (vino, amé, quitó), pues pasado es el camino recorrido por la poesía y el modo indicativo que es el modo de la realidad. Aparecen verbos en voz pasiva (fue vistiendo, se quedó). El ritmo es lento y casi parece un diálogo entre la poesía y su escritor. Adjetivos (pura, fastuosa, antigua, desnuda) y sustantivos (ropajes, reina, tesoro, túnica) quedan al servicio de la metáfora, pues todas son imágenes de ese camino de depuración de los versos del nobel. Predomina el sustantivo común, lo que imprime realismo al texto.
Predomina la función poética, por el deseo de embellecer el texto y la emotiva, pues es el sentimiento del poeta el que queda reflejado. También cabe señalar la función metapoética, pues implica una reflexión sobre lo qué es la poesía.
La figura literaria más repetida, y por ende, símbolo de la cohesión del texto, es la personificación, pues es la poesía la que adquiere comportamientos humanos (se viste, se desnuda, llegó a ser una reina) y todas estas personificaciones son, a su vez, metáforas del proceso creativo del poeta (vestida de inocencia, vistiéndose de ropajes)
Las marcas de subjetividad se repiten a lo largo del poema, aparece el yo poético (y ya la amé, y yo le sonreía), los tonemas de suspensión en varios versos, en el verso 10 se convierten en el elemento inicial del verso, las exclamaciones (¡qué iracundia de yel y sinsentido!), la abundancia de figuras literarias hasta el punto de poder hablar de alegoría, pues se suceden las metáforas e imágenes.
Todos estas marcas de subjetividad, unidas a el predominio de la función poética y el carácter connotativo de los términos empleados, proporcionan coherencia y cohesión al poema.
Juan Ramón es un elementos clave para la transformación del arte y la literatura. Junto al Vanguardismo y la influencia de Ortega, se marca la pauta para la poesía del siglo XX. En la Residencia de estudiantes convivieron el maestro Juan Ramón con sus discípulos, los miembros del 27. La existencia y legado del nobel de Huelva explican el significado de la Edad de Plata de la Literatura española.
El texto que vamos a comentar se trata de un poema perteneciente a La voz a ti debida, de Pedro Salinas, autor perteneciente al llamado grupo poético del 27. Estos autores cultivan varios géneros literarios: poesía, teatro o ensayo; en todos ellos observamos una preocupación formal y un cierto elitismo cultural. La obra poética de Salinas puede definirse como neorromántica. Es decir, toma la influencia de Bécquer y del cancionero tradicional para aterrizar en una vuelta al amor como eje central y motivador del poeta. El poeta expresa sus sentimientos subjetivamente, idealizando a la persona amada y destacando la búsqueda de su esencial y la dificultad o imposibilidad de alcanzarlo.
La voz poética reconoce la ausencia de la amada. El poeta recorre la duda, el dolor, la angustia de un desamor y reconoce que se ha perdido la risa, el beso y el gozo.
Podemos establecer dos estructuras en estos 21 versos, durante los 10 primeros versos el poema se centra en el yo poético para abordar, en los últimos versos, la entrada del tú.
Se trata de un poema no estrófico, con versos blancos, sin rima y anasosilábicos (diferente número de sílabas por verso). Salinas gustó del verso libre corto y el encabalgamiento para crear un ritmo rápido que resalte el significado de las palabras. García Lorca llamó a la poesía de Salinas por este hecho "prosía".
En el texto analizado predomina la modalidad textual narrativa y poética y la función emotiva y poética, pues Salinas busca transmitir su emocionalidad con un sentido estético. La presencia del pronombre tú, nos lleva a destacar la función apelativa del lenguaje. Recordemos que el poeta del 27 es el poeta de los pronombres como destacaremos más adelante, él dijo "Qué alegría tan alta/vivir en los pronombres", su poesía amorosa es un diálogo ente el yo y el tú.
Destaca el sustantivo como elemento gramatical dominante, solo hay tres adjetivos a lo largo del todo el poema (hondo, última y desgarradora) ambos adjetivos muestran este lado desolado del amor. Los sustantivos se mueven en dos campos semánticos distintos, el campo del yo poético son sustantivos con carga negativa (duda, dolor, angustia) y el campo semántico del tú con carga positiva (risa, beso, gozo). Los tiempos verbales, en pasado, se encargan de narrar un historia acabada que queda en el pensamiento del autor. El uso de los pronombres es una marca de insistencia.
El poema guarda una cierta estructura paralelística (te busqué por la duda, fui a tu encuentro por el dolor, me metí en lo más hondo por ver si), bimembraciones (sin duda y sin mañana, un jardín o tus labios). Todas estas figuras de repetición dan cohesión al poema. Metáforas como tú no surgías nunca de la herida, tú ibas por las últimas terrazas de la risa, que a ti te encontraba en la cima del beso.
El tono del poema es subjetivo, así la presencia de figuras literarias basadas en imágenes atípicas y personales del poeta, el lenguaje connotativo y el uso del el yo y el tú.
El nivel de lengua empleado es culto, con un registro formal, como corresponde a un estilo de poesía cuidado, de corte elitista. Además, la tipología textual (texto literario) impone una serie de condiciones sobre la propia composición del texto, como el empleo de recursos literarios, el predominio de la función poética del lenguaje, la subjetividad o el carácter connotativo de los términos empleados. Todos estos elementos favorecen la coherencia y cohesión del texto.
Para concluir, Pedro Salinas es el poeta del amor, tres son las obras que le encumbran con este título, La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento. Estas obras se entrecruzan con la poesía amorosa de todos los tiempos, La voz a ti debida es un verso de Garcilaso de la Vega, Razón de amor, es un género propio del amor cortés y Largo lamento, son palabras de Bécquer. Y en palabras del propio Salinas, "poesía es una aventura hacia lo absoluto", adaptando un idealismo poético que casaba muy bien con la concepción de la poesía pura.
Rafael Alberti que iba a ser pintor, se dedicará de lleno a la literatura a partir de la publicación de Marinero en tierra, libro con el que obtendrá el Premio Nacional de Literatura en 1925. Sus primeras obras, incluyendo Marinero en tierra se caracterizan por ser un intento de revitalizar las canciones tradicionales como medio de expresión de una poesía personal y sentimental. Su fuente está en las canciones del siglo XVI y en la poesía popular. Su siguiente etapa fue de participación en el ambiente poético del 27.
Su obra va a desenvolverse ente los vanguardismos expresivos y temáticos y del gongorismo (escribió una Tercera Soledad para concluir las dos de Góngora). A partir de 1929 Alberti vivirá la crisis que afectó a otros compañeros de generación: adoptó el Surrealismo, con imágenes entre bíblicas y apocalípticas. Su crisis le llevó también hacia una mayor participación en los problemas sociales de su tiempo en los años 30, en los que su poesía se va a hacer política y reivindicativa. En los años de guerra, su poesía quiere convertirse en arma de combate y de expresión de un pueblo en lucha, de ahí que lo personal se difumine con lo propagandístico. Sus obras en el exilio se volverán nostálgicas o evocadoras.
Nos encontramos ante un breve poema de metro corto, lleno de luz y color, donde el poeta expresa, durante su estancia en Madrid, la añoranza del mar de la infancia, la luminosa bahía de su tierra natal, que fue su paraíso perdido y siempre anhelado. Esa nostalgia del mar se manifiesta aquí en un deseo de no morir lejos de él y, más exactamente, de que su voz, su palabra poética, no desaparezca con la muerte y vuelva a quedarse para siempre junto al mar.
La estructura es unimembre y deductiva, pues desde el primer verso sabemos el fin de estos versos, llevar la voz del poeta al mar; a partir de este arranque, se añaden elementos que complementan esta idea inicial.
Es clara la analogía de este poema con las estructuras métricas de la lírica popular: un estribillo con la idea básica, y un desarrollo o glosa. El estribillo es un tipo de soleá (tres octosílabos con rima asonante en 1º y 3º). El resto, tras un verso de enlace, es una serie de octosílabos con asonancia en los pares, es decir, una glosa en forma de romance.
De modalidad narrativa, predomina la función poética, emotiva y apelativa, destacable por el uso del imperativo, donde destaca la sintaxis simple y la abundancia de sustantivos del campo semántico del mundo marinero (capitana, barco, tierra, viento, estrella). Más comedido es el uso de adjetivos (blanco, marinera).
La figura literaria más destacada es la personificación, pues esa voz del poeta es la que debe llevarse al mar si muere en tierra. Destaca en los últimos versos el uso del recurso de la concatenación o encadenamiento de frases mediante repetición, al principio de cada una, de al última palabra de la frase anterior, procedimiento abundantemente utilizado por la poesía popular de la que Alberti bebe como creador. Estas palabras repetidas, ancla, estrella, viento y vela evocan imágenes marineras en las que se condensa la añoranza y las obsesiones del marinero en tierra.
El uso de figuras literarias, la añoranza destilada, la personificación de la voz como metonimia del poeta son marcas de subjetividad y, del mismo modo, elementos que producen la cohesión y coherencia de los versos, así como la figura de repetición.
"Yo nací junto al mar. Yo sigo siendo un poeta de mar...Cuando apenas tenía quince años, me arrancaron del mar, convirtiéndome para siempre, desde entonces, en un marinero en tierrra". Así describe Alberti su destierro en Madrid; no sabía el poeta que años después volvería a la añoranza, esta vez de España, cuando parte al exilio, como compañeros de generación, rumbo a la etapa literaria de la nostalgia y la evocación.
La evolución del Modernismo en España viene dada a partir de la poesía de Juan Ramón Jiménez, el punto de referencia de toda la poesía del siglo XX. Su caso fue el de un hombre dedicado por entero a la poesía, a la que consagró su vida, razón de que su tema obsesivo sea la propia naturaleza de la creación poética. Para él la poesía era la razón de su existencia; "yo tengo escondida en mi casa, por su gusto o por el mío, a la Poesía. Y nuestra relación es la de dos enamorados"
La belleza se expresaba en el poema por medio de palabras, palabras que pertenecían a él como poeta y que por tanto escribía con una ortografía especial que se alejaba de las reglas ortográficas: la palabra, para él, era "májica", "escelsa" y del "istante".
La voz poética viaja, a lo largo de estos versos, a través de las fases de su poesía desde la la poesía que viene vestida de inocencia, poesía sencilla por lo intimista, por lo esencialmente subjetiva, al modo de Bécquer; luego se fue vistiendo de ropajes al estilo de Rubén, para ir desnudándose de adornos innecesarios, de la belleza externa de la sonoridad de las palabras, para reconcentrarse sobre ella misma en busca de una sencillez elemental pero perfecta.
Por lo tanto, son tres los apartados temáticos, como fueron tres sus fases literarias y, se corresponden con los vv. 1-3, vv 4-9 y vv 10-16. Los dos últimos concentran este deseo de posesión de Juan Ramón, poesía, mía para siempre.
El poema consta de dieciocho versos, predominantemente heptasílabos, pero también aparecen versos endecasílabos, de verso libre.
La modalidad textual mezcla la descripción y la narración; el poeta cuenta su evolución poética y describe como se ha ido vistiendo y desvistiendo la poesía para alcanzar la desnudez final.
El poema se nutre de sustantivos, adjetivos y verbos por igual, no hay ningún elemento que destaque más que el otro, aun así, la presencia de los verbos no dan sensación de acción. Los tiempos verbales son en tiempo pasado (vino, amé, quitó), pues pasado es el camino recorrido por la poesía y el modo indicativo que es el modo de la realidad. Aparecen verbos en voz pasiva (fue vistiendo, se quedó). El ritmo es lento y casi parece un diálogo entre la poesía y su escritor. Adjetivos (pura, fastuosa, antigua, desnuda) y sustantivos (ropajes, reina, tesoro, túnica) quedan al servicio de la metáfora, pues todas son imágenes de ese camino de depuración de los versos del nobel. Predomina el sustantivo común, lo que imprime realismo al texto.
Predomina la función poética, por el deseo de embellecer el texto y la emotiva, pues es el sentimiento del poeta el que queda reflejado. También cabe señalar la función metapoética, pues implica una reflexión sobre lo qué es la poesía.
La figura literaria más repetida, y por ende, símbolo de la cohesión del texto, es la personificación, pues es la poesía la que adquiere comportamientos humanos (se viste, se desnuda, llegó a ser una reina) y todas estas personificaciones son, a su vez, metáforas del proceso creativo del poeta (vestida de inocencia, vistiéndose de ropajes)
Las marcas de subjetividad se repiten a lo largo del poema, aparece el yo poético (y ya la amé, y yo le sonreía), los tonemas de suspensión en varios versos, en el verso 10 se convierten en el elemento inicial del verso, las exclamaciones (¡qué iracundia de yel y sinsentido!), la abundancia de figuras literarias hasta el punto de poder hablar de alegoría, pues se suceden las metáforas e imágenes.
Todos estas marcas de subjetividad, unidas a el predominio de la función poética y el carácter connotativo de los términos empleados, proporcionan coherencia y cohesión al poema.
Juan Ramón es un elementos clave para la transformación del arte y la literatura. Junto al Vanguardismo y la influencia de Ortega, se marca la pauta para la poesía del siglo XX. En la Residencia de estudiantes convivieron el maestro Juan Ramón con sus discípulos, los miembros del 27. La existencia y legado del nobel de Huelva explican el significado de la Edad de Plata de la Literatura española.
El texto que vamos a comentar se trata de un poema perteneciente a La voz a ti debida, de Pedro Salinas, autor perteneciente al llamado grupo poético del 27. Estos autores cultivan varios géneros literarios: poesía, teatro o ensayo; en todos ellos observamos una preocupación formal y un cierto elitismo cultural. La obra poética de Salinas puede definirse como neorromántica. Es decir, toma la influencia de Bécquer y del cancionero tradicional para aterrizar en una vuelta al amor como eje central y motivador del poeta. El poeta expresa sus sentimientos subjetivamente, idealizando a la persona amada y destacando la búsqueda de su esencial y la dificultad o imposibilidad de alcanzarlo.
La voz poética reconoce la ausencia de la amada. El poeta recorre la duda, el dolor, la angustia de un desamor y reconoce que se ha perdido la risa, el beso y el gozo.
Podemos establecer dos estructuras en estos 21 versos, durante los 10 primeros versos el poema se centra en el yo poético para abordar, en los últimos versos, la entrada del tú.
Se trata de un poema no estrófico, con versos blancos, sin rima y anasosilábicos (diferente número de sílabas por verso). Salinas gustó del verso libre corto y el encabalgamiento para crear un ritmo rápido que resalte el significado de las palabras. García Lorca llamó a la poesía de Salinas por este hecho "prosía".
En el texto analizado predomina la modalidad textual narrativa y poética y la función emotiva y poética, pues Salinas busca transmitir su emocionalidad con un sentido estético. La presencia del pronombre tú, nos lleva a destacar la función apelativa del lenguaje. Recordemos que el poeta del 27 es el poeta de los pronombres como destacaremos más adelante, él dijo "Qué alegría tan alta/vivir en los pronombres", su poesía amorosa es un diálogo ente el yo y el tú.
Destaca el sustantivo como elemento gramatical dominante, solo hay tres adjetivos a lo largo del todo el poema (hondo, última y desgarradora) ambos adjetivos muestran este lado desolado del amor. Los sustantivos se mueven en dos campos semánticos distintos, el campo del yo poético son sustantivos con carga negativa (duda, dolor, angustia) y el campo semántico del tú con carga positiva (risa, beso, gozo). Los tiempos verbales, en pasado, se encargan de narrar un historia acabada que queda en el pensamiento del autor. El uso de los pronombres es una marca de insistencia.
El poema guarda una cierta estructura paralelística (te busqué por la duda, fui a tu encuentro por el dolor, me metí en lo más hondo por ver si), bimembraciones (sin duda y sin mañana, un jardín o tus labios). Todas estas figuras de repetición dan cohesión al poema. Metáforas como tú no surgías nunca de la herida, tú ibas por las últimas terrazas de la risa, que a ti te encontraba en la cima del beso.
El tono del poema es subjetivo, así la presencia de figuras literarias basadas en imágenes atípicas y personales del poeta, el lenguaje connotativo y el uso del el yo y el tú.
El nivel de lengua empleado es culto, con un registro formal, como corresponde a un estilo de poesía cuidado, de corte elitista. Además, la tipología textual (texto literario) impone una serie de condiciones sobre la propia composición del texto, como el empleo de recursos literarios, el predominio de la función poética del lenguaje, la subjetividad o el carácter connotativo de los términos empleados. Todos estos elementos favorecen la coherencia y cohesión del texto.
Para concluir, Pedro Salinas es el poeta del amor, tres son las obras que le encumbran con este título, La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento. Estas obras se entrecruzan con la poesía amorosa de todos los tiempos, La voz a ti debida es un verso de Garcilaso de la Vega, Razón de amor, es un género propio del amor cortés y Largo lamento, son palabras de Bécquer. Y en palabras del propio Salinas, "poesía es una aventura hacia lo absoluto", adaptando un idealismo poético que casaba muy bien con la concepción de la poesía pura.
Rafael Alberti que iba a ser pintor, se dedicará de lleno a la literatura a partir de la publicación de Marinero en tierra, libro con el que obtendrá el Premio Nacional de Literatura en 1925. Sus primeras obras, incluyendo Marinero en tierra se caracterizan por ser un intento de revitalizar las canciones tradicionales como medio de expresión de una poesía personal y sentimental. Su fuente está en las canciones del siglo XVI y en la poesía popular. Su siguiente etapa fue de participación en el ambiente poético del 27.
Su obra va a desenvolverse ente los vanguardismos expresivos y temáticos y del gongorismo (escribió una Tercera Soledad para concluir las dos de Góngora). A partir de 1929 Alberti vivirá la crisis que afectó a otros compañeros de generación: adoptó el Surrealismo, con imágenes entre bíblicas y apocalípticas. Su crisis le llevó también hacia una mayor participación en los problemas sociales de su tiempo en los años 30, en los que su poesía se va a hacer política y reivindicativa. En los años de guerra, su poesía quiere convertirse en arma de combate y de expresión de un pueblo en lucha, de ahí que lo personal se difumine con lo propagandístico. Sus obras en el exilio se volverán nostálgicas o evocadoras.
Nos encontramos ante un breve poema de metro corto, lleno de luz y color, donde el poeta expresa, durante su estancia en Madrid, la añoranza del mar de la infancia, la luminosa bahía de su tierra natal, que fue su paraíso perdido y siempre anhelado. Esa nostalgia del mar se manifiesta aquí en un deseo de no morir lejos de él y, más exactamente, de que su voz, su palabra poética, no desaparezca con la muerte y vuelva a quedarse para siempre junto al mar.
La estructura es unimembre y deductiva, pues desde el primer verso sabemos el fin de estos versos, llevar la voz del poeta al mar; a partir de este arranque, se añaden elementos que complementan esta idea inicial.
Es clara la analogía de este poema con las estructuras métricas de la lírica popular: un estribillo con la idea básica, y un desarrollo o glosa. El estribillo es un tipo de soleá (tres octosílabos con rima asonante en 1º y 3º). El resto, tras un verso de enlace, es una serie de octosílabos con asonancia en los pares, es decir, una glosa en forma de romance.
De modalidad narrativa, predomina la función poética, emotiva y apelativa, destacable por el uso del imperativo, donde destaca la sintaxis simple y la abundancia de sustantivos del campo semántico del mundo marinero (capitana, barco, tierra, viento, estrella). Más comedido es el uso de adjetivos (blanco, marinera).
La figura literaria más destacada es la personificación, pues esa voz del poeta es la que debe llevarse al mar si muere en tierra. Destaca en los últimos versos el uso del recurso de la concatenación o encadenamiento de frases mediante repetición, al principio de cada una, de al última palabra de la frase anterior, procedimiento abundantemente utilizado por la poesía popular de la que Alberti bebe como creador. Estas palabras repetidas, ancla, estrella, viento y vela evocan imágenes marineras en las que se condensa la añoranza y las obsesiones del marinero en tierra.
El uso de figuras literarias, la añoranza destilada, la personificación de la voz como metonimia del poeta son marcas de subjetividad y, del mismo modo, elementos que producen la cohesión y coherencia de los versos, así como la figura de repetición.
"Yo nací junto al mar. Yo sigo siendo un poeta de mar...Cuando apenas tenía quince años, me arrancaron del mar, convirtiéndome para siempre, desde entonces, en un marinero en tierrra". Así describe Alberti su destierro en Madrid; no sabía el poeta que años después volvería a la añoranza, esta vez de España, cuando parte al exilio, como compañeros de generación, rumbo a la etapa literaria de la nostalgia y la evocación.
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