Semana 33
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Rúbrica para el examen del viernes 24 de mayo
Aquí tenéis un ejemplo de como afrontar el contexto histórico y las características literarias del teatro después del 39.
La modernidad social, política y
cultural, traída por la República, fue suspendida por una Guerra Civil que
sirvió de prólogo a la dictadura. En 1936 el pronunciamiento militar da paso a
la Guerra Civil, las potencias europeas suscriben el Pacto de No Intervención.
Tras la caída de Madrid, el 1 de abril de 1939, se emite el último parte de
guerra.
La muerte de Franco en 1975 aceleró el proceso de apertura iniciado los
años antes debido a las crecientes demandas sociales. La constitución se
aprueba en 1978, España se define como una monarquía parlamentaria.
Paralelamente a los cambios políticos, España se suma a las trasformaciones
sociales y económicas occidentales. La sociedad posmoderna y sus rasgos,
consumismo, ausencia de paradigmas, globalización, entran en la forma de crear
y consumir obras.
La censura que se imponía a todas
las manifestaciones artísticas durante el franquismo afectó singularmente al
teatro, ya que no solo se censuraban los textos, sino que los ensayos y las
representaciones estaban sometidos a un rígido control y podían ser suspendidos.
Los empresarios teatrales eran muy cautelosos con las obras que seleccionaban,
por lo que preferían piezas acordes con el gusto burgués de la época.
A los años 40 se llega arrastrando la muerte y
exilio de autores, directores y actores, con un aumento de las presiones
comerciales y condicionamientos ideológicos fruto de la situación política.
Para olvidar la situación actual se recurre al
teatro cómico o al histórico-político que contaba las glorias del pasado.
Según nos alejamos del final de
la Guerra Civil, los autores teatrales se posicionan contra el teatro
comercial; parten de un teatro realista para llevar a escena problemas de mayor
hondura. Empiezan a escribir un teatro existencial y, algo más tarde, social.
El que estas obras no alcanzaran una popularidad generalizada, conllevó el
sobrenombre de teatro soterrado.
Desde los años 60 y, sobre todo
en los 70, la tímida apertura de la censura franquista permite la entrada de
corrientes europeas como el teatro de Bertolt Brecht, Samuel Beckett,
el teatro del absurdo (vinculado al existencialismo, intenta plasmar lo
absurdo de la existencia humana mediante situaciones incoherentes), el teatro
de la crueldad (intento de provocación en el espectador, integrando en el
espectáculo distintas manifestaciones del arte) y teatro pobre (desnudez
de la escena y protagonismo absoluto de la expresividad del actor). Estas
influencias son fundamentales para la creación de obras que intentan oponerse a
los cánones establecidos, no solo por sus contenidos, sino por las técnicas de
puesta en escena.
El teatro se concibe como un
espectáculo total que incorpora técnicas de otros tipos de arte como la danza,
el cine o el circo. Se rompe la barrera entre el espectador y los actores ya
que en ocasiones se representa en la calle, incluso en escenarios circulares.
Para cerrar, el panorama actual se nutre de la
creación de compañías institucionales (Centro Dramático Nacional o Compañía de
Teatro Clásico) y el auge de pequeñas compañías que permiten dar a conocer a
autores en salas pequeñas. Surge con fuerza un fenómeno muy extendido por otros
países europeos y EEUU, el musical.
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